Sala IX

"La Lorca andalusí"

Lorca fue una importante ciudad del sureste de al-Andalus, que ejerció de cabe- cera de un amplio distrito agrícola que se extendía por el valle del Guadalentín durante más de quinientos años (713-1244). El viajero que se acercaba a Lorca que- daba sorprendido por su amplia e inexpugnable alcazaba situada sobre un alargado cerro, en cuyas laderas, se extendía la medina amurallada y en la periferia los arrabales y las zonas artesanales.

Los cementerios de Lorca estaban situados fuera de la muralla de la ciudad y a los lados de los caminos que se dirigían a las principales puertas. Una vez se había trasladado el cadáver al cementerio se introducía en una fosa estrecha donde era colocado de costado con el rostro en dirección hacia La Meca (sur-sureste) y sin ningún objeto como impone la religión islámica. Sobre la tumba se colocaba un túmulo de tierra o piedras sobre las que reposaba una lápida o macabrilla, semejante a las que se exponen halladas en Lorca.

En al-Andalus fue común el uso de inscripciones religiosas, de signos mágicos o astrológicos y de figuras maravillosas de animales en cerámicas, joyas y adornos, cuyos efectos talismánicos eran admitidos por la tradición. Los talismanes y amuletos metálicos fueron elaborados en distintos materiales (oro, plata, bronce, plomo) por artesanos y orfebres. Fue común el uso de moldes de piedra donde se vertía el metal líquido para realizar el objeto, como los procedentes del Callejón de los Cambrones (Lorca) y del castillo de Lorca que se muestran en esta sala.

La primera creación arquitectónica de la civilización islámica fue la mezquita, edificio que permite aislar a los fieles y asegurar la tranquilidad para poder llevar a cabo las oraciones diarias conforme a los preceptos coránicos.

Las partes más importantes de una mezquita aljama se pueden ver en la mezquita de la alquería del Cortijo del Centeno (Lorca), construida entre los siglos XII y XIII. Se trata de un edificio rectangular del que sobresalía el alminar, junto al que se abría la puerta de entrada a la sala de oración, organizada en tres naves, la central más ancha que las laterales está orientada hacia el mihrab, abierto en el muro de la quibla y orientado hacia La Meca. A la izquierda del mihrab estaba el almimbar, desde donde se pronunciaba todos los viernes el sermón del mediodía. Más a la izquierda se encontraba un segundo acceso a la sala de oración que a su vez conectaba con una segunda puerta, cuyo arco de yeso se muestra en esta sala.

En dos de las vitrinas de esta sala se puede apreciar la cerámica empleada en Lorca durante los siglos IX y X, sobresalen las primeras piezas vidriadas.

La higiene es una de las principales normas de al-Andalus. Con agua limpia el musulmán lava su cuerpo, pero de forma simbólica, también purifica su alma. En la casa utilizan zafas, jarras y bacines para lavarse y enjuagarse; algunas de estas cerámicas muy decoradas han sido halladas en las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en Lorca. Cuando no disponen de agua corriente, ni de baño privado, acuden al hamman, o baño público de vapor. Las mujeres y los hombres van a los baños por turnos de mañana o tarde, nunca mezclados. Entre las normas de conducta, son imprescindibles la limpieza y el respeto a la intimidad.

DIRECCIÓN

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  • Web: www.museoarqueologico.lorca.es
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