DIRECCIÓN
- Dirección: Plaza de Don Juan Moreno, s/n
- Email: museoarqueologico@lorca.es
- Web: www.museoarqueologico.lorca.es
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Cronología: Siglo II a.C.
Material: Piedra arenisca.
Número de inventario: 3237
Se expone: En la sala 6 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que esta pieza es uno de los escasos ejemplos de escultura ibérica conservados en Lorca.
Representa a un personaje masculino desconocido, con rasgos muy marcados que se acentúan en un robusto cuello, un marcado mentón y ojos muy abiertos que miran al frente. También se puede distinguir su cabello corto con flequillo, una de las orejas pegadas a la cabeza, la otra se ha perdido, la nariz parcialmente desaparecida y la boca con labios apretados enmarcados por profundas líneas de expresión que sugieren la edad avanzada del personaje esculpido.
Está tallado en un tipo de piedra que hace que su superficie tenga un aspecto irregular, por lo que quizás originalmente estuvo recubierta con algún tipo de estuco, actualmente desaparecido, que tapara estas irregularidades.
Desconocemos con qué objetivo se esculpió, aunque en base al estudio de otros hallazgos escultóricos ibéricos, este tipo de piezas suelen estar relacionadas con contextos funerarios o religiosos, representando a deidades o personajes importantes de la época.
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Procedencia: La Hoya de la Escarihuela (La Escucha, Lorca).
Cronología: Siglo V a.C.
Material: Piedra arenisca.
Número de inventario: 1474
Se expone: En la sala 6 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que el caballo jugó un papel muy importante en la antigua sociedad ibérica, tanto en la economía doméstica como en los ámbitos de la religiosidad, de la guerra y como símbolo de status social.
Este relieve representa a la divinidad protectora de los caballos denominada “domador de los caballos” o “Potnios Hippon” por los griegos. Se ha interpretado que este tipo de relieves se colocaban para delimitar la dehesa caballar e invocar la protección del dios de los caballos en el territorio dedicado a la cría de los équidos.
El relieve, en origen, debió tener forma cuadrangular, enmarcado por una orla, y en el centro la figura de la divinidad representada con una gran cabeza bifronte cuya parte izquierda está incompleta, sentada sobre una silla de tijera, extendiendo su mano hasta tocar el belfo del caballo que no lleva el atalaje y está apoyado en sus cuartos traseros y con las patas delanteras dobladas. El fragmento perdido de este relieve, en base a otras representaciones similares, debía tener un segundo caballo dispuesto de forma similar.
En el Museo Arqueológico de Lorca se expone un segundo relieve con la misma representación, hallado junto a este, aunque en peor estado de conservación.
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Procedencia: Calle Corredera, nº 47, Lorca.
Cronología: Siglo IV a.C. (circa 350 a.C.)
Material: Cerámica.
Número de inventario: 2626
Se expone: En la sala 5 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que este tipo de cerámicas eran empleadas como copas para servir el vino. Se trata de vasos de pequeño tamaño con dos asas horizontales cuya superficie está pintada con elementos vegetales (volutas y roleos) y dos personajes semejantes, uno en cada cara, que representan a un joven envuelto en su manto, prenda de vestir denominada himation en la Grecia Antigua, y que posiblemente portaba un bastón u otro elemento de la palestra pero que no se puede advertir por la pérdida de algunos trozos de la copa. Esta decoración se asocia a las producciones que realizaban un grupo de ceramistas y pintores en Atenas en torno al 350 a.C., al que se ha bautizado como del “Fat Boy”.
Se localizó en la tumba nº 4 de la excavación arqueológica efectuada en la calle Corredera, nº 47 de Lorca, junto a otras 18 cerámicas griegas, consideradas por los iberos como productos valiosos y que daban prestigio a quien los poseía. Es posible que fueran usadas en el banquete funerario celebrado en honor del fallecido, siendo arrojadas a la pira funeraria y enterradas junto a los restos incinerados de esta persona relacionada con la aristocracia local del poblado ibérico de Lorca.
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Procedencia: Avenida Santa Clara, Lorca.
Cronología: Siglo III a.C.
Material: Piedra caliza.
Número de inventario: 3469
Se expone: En la entrada a la sala 6 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que los íberos emplearon en algunas construcciones destacadas elementos arquitectónicos decorados con motivos influenciados por el arte griego.
La zapata de piedra hallada en las excavaciones arqueológicas efectuadas en la Avenida de Santa Clara, debió estar situada sobre una pilastra a modo de capitel para sostener una viga de la techumbre de un edificio construido en la periferia del poblado de Lorca y que estaría cercano al barrio alfarero. No se sabe a qué edificio perteneció debido a que estaba reutilizada en la cimentación de un muro de época romana.
La zapata de forma trapezoidal está configurada por una gran voluta esculpida que hace las veces de moldura y cuyas espirales decoran las dos caras laterales.
Procedencia: Calle Álamo - Calle Núñez de Arce, Lorca.
Cronología: Siglo IV a.C.
Material: Cerámica.
Número de inventario: 3249
Se expone: En la sala 5 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que Lorca durante los siglos V al II a.C. fue un gran poblado ibérico fortificado, que ocupaba el cerro del Castillo y las laderas que se extienden a sus pies. Los habitantes fueron enterrados en un amplio espacio delimitado por la actual plaza de España y por las calles Álamo, Corredera y Juan II.
Esta cerámica fue hallada formando parte del ajuar funerario introducido en la tumba nº 6, excavada en la confluencia de las calles Álamo y Núñez de Arce. Se trata de un vaso que sirvió para contener aceite perfumado para untarse la piel y tiene forma globular con cuello estrecho y corto. Posiblemente llegó en un barco griego que zarpó desde la costa Jonia (actual Turquía) que pertenecía a la Antigua Grecia.
Procedencia: Las Cabezuelas (Totana, Murcia).
Cronología: Siglo III a.C.
Material: Cerámica.
Número de inventario: 1434
Se expone: En la sala 5 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que este tipo de vaso es uno de los más característicos y exportados de la cerámica elaborada a torno por los alfareros ibéricos. Comúnmente se le denomina sombrero de copa, ya que su forma reproduce esa prenda de vestir.
Se usaba en las casas como recipiente de almacenamiento de productos como miel, grasa de cerdo y frutos. Este kálathos es de gran tamaño, alcanza 50 cm. de altura, y según testimonios orales, ya que procede de un hallazgo antiguo, se localizó en el interior de una casa que había sufrido un incendio, de ahí que parte de su superficie esté quemada. Junto a la vasija aparecieron granadas también quemadas, lo que permite deducir que fue empleado para el almacenamiento de este fruto. La decoración de este kalathos es pintada, formada por motivos geométricos (triángulos, círculos concéntricos y líneas onduladas) distribuidos en bandas horizontales.
Procedencia: Calle Corredera, nº 46. Lorca.
Cronología: Siglo IV a.C.
Material: Hierro.
Número de inventario: 3131
Se expone: En la sala 6 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que la falcata es un sable de hierro con hoja curvada que fue empleada por los iberos para el combate cuerpo a cuerpo. En el Sureste Peninsular y en la Alta Andalucía, la falcata suele aparecer como ofrenda en las tumbas de los hombres, junto a otros objetos como lanzas y escudos, formando lo que se ha denominado la panoplia del guerrero ibérico.
Esta falcata perteneció a un guerrero que fue enterrado en la necrópolis íbérica de Lorca y fue hallada en la tumba 35 de la excavación arqueológica efectuada en la calle Corredera, nº 46, junto a una punta de lanza, una placa y la embocadura de la funda. Llama la atención su empuñadura con forma de cabeza de caballo a la que le faltan las cachas que irían sujetas por remaches que se aprecian si la observas con detalle, así como las acanaladuras que se extienden paralelas al dorso de la falcata y que algunos autores consideran que están diseñadas con el objetivo de agravar las heridas, una vez que el arma penetra en el cuerpo del enemigo.
Procedencia: Calle Álamo – Calle Núñez de Arce, Lorca.
Cronología: Siglo IV a.C.
Material: Hueso.
Número de inventario: 3434
Se expone: Fondos del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que la realización de telas y tejidos a partir de fibras vegetales (lino, cáñamo…) o animales (lana) es una tarea documentada desde el Neolítico, y cuya finalidad era la realización de indumentaria y equipamiento doméstico: mantas, sacos,… En la cultura ibérica y en otras culturas del Mediterráneo, esta actividad se ha asociado tradicionalmente a las mujeres.
El objeto elaborado en hueso presenta una serie de pequeños agujeros y muescas, que servirían para separar o tensar los hilos de un telar de placas empleado en la confección del borde de las telas, cinturones y elementos ornamentales. Está decorado en una de sus caras por unos circulitos y el color blanco y grisáceo que presenta en toda su superficie, lo adquirió cuando fue quemado en la pira funeraria junto al cadáver.
La pieza se halló en el interior de la tumba nº 22 de la excavación arqueológica llevada a cabo en la calle Álamo confluencia con la calle Núñez de Arce, como ajuar del difunto, que con casi toda probabilidad será una mujer.
Procedencia: Calle Álamo – Calle Nuñez de Arce, Lorca.
Cronología: Siglo IV a.C.
Material: Oro.
Se expone: En la sala 5 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Número de inventario: 3243
Se expone: En la sala 5 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que a las mujeres íberas les gustaba adornarse. Las pertenecientes a la élite social podían llevar diferentes joyas como collares, gargantillas, tiaras, rodetes, colgantes, anillos y brazaletes. Los mejores ejemplos de mujeres con joyas se encuentran en las esculturas de las damas de Elche, Baza y el Cerro de los Santos.
El pendiente que presentamos está formado por un alambre de oro con los extremos más delgados, al que se le han unido tres gránulos de oro en forma de racimo. En las esculturas ibéricas se puede observar que los pendientes en forma de aro se colocaban en las perforaciones realizadas en los lóbulos de las orejas, al igual que en la actualidad y también los llevaban personajes masculinos. Este pendiente fue hallado en la tumba nº 21 de la excavación arqueológica llevada a cabo en la calle Álamo confluencia con la calle Núñez de Arce, junto a un colgante de plata y los huesos incinerados que deben pertenecer a una mujer, ya que los objetos que se hallaron en la tumba son femeninos.
Procedencia: Calle Álamo – Calle Nuñez de Arce, Lorca.
Cronología: Siglo IV a.C.
Material: Cerámica.
Números de inventario (de derecha a izquierda y de arriba a abajo): 3478, 3479, 3460, 3461, 3462, 3463, 3464, 3465, 3466, 3467 y 3468
Se expone: Fondos del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que el hilado fue uno de los trabajos que llevaban a cabo las mujeres ibéricas. Lo realizaban a partir del procesamiento y unión de fibras vegetales (lino, cáñamo, …) o animales (lana) para conseguir madejas u ovillos, que posteriormente empleaban en los telares para realizar los tejidos.
Las fusayolas son pequeñas piezas cerámicas que se emplearon como contrapesos para el hilado. Se colocaban en el extremo de la varilla de los husos, que generalmente era de madera y a la que se hacía girar para formar la madeja con las fibras entrelazadas. Las fusayolas pueden tener formas variadas y a veces su superficie va decorada.
Las once fusayolas que se presentan, todas de forma bitroncocónica salvo una cilíndrica, fueron halladas en el interior de la tumba nº 22 de la calle Álamo confluencia con la calle Núñez de Arce, junto a un objeto de hueso relacionado con la actividad textil y a los huesos incinerados del difunto, que posiblemente sea una mujer a tenor de los objetos que forman parte de su ajuar funerario y que están relacionados con el trabajo de hilar y tejer.
Procedencia: Calle Corredera, Lorca.
Cronología: Siglo IV a.C.
Material: Cerámica.
Número de inventario: 1552
Se expone: En la sala 5 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que los iberos conocían la escritura. Los signos que empleaban procedían de los alfabetos fenicio y griego, que adaptados a su fonética dieron como resultado un nuevo alfabeto formado por diferentes signos que equivalen a vocales, consonantes y sílabas. Los textos ibéricos se han conservado en objetos de plomo, bronce, hierro, cerámica, piedra y en algunas de las monedas acuñadas por las ciudades ibéricas.
La pieza que presentamos es una olla de forma globular cuya superficie exterior está decorada con bandas paralelas pintadas con los colores marrón y rojo. Entre las dos bandas más anchas situadas en el tercio superior de la vasija hay un grafito inciso con signos ibéricos, que podemos observar en la fotografía de detalle. El grafito formado por nueve signos podría referirse a la capacidad de la vasija; está posibilidad es solo una hipótesis, ya que la escritura ibérica sigue siendo un gran enigma y aún no se ha conseguido traducir. Posiblemente está cerámica fue utilizada como urna funeraria para introducir los huesos incinerados de un difunto.
La vasija procede de la recogida de piezas efectuada en 1973 por miembros del Grupo Murviedro, cuando se desfondaba un solar en la calle Corredera para la construcción de un edificio.
Procedencia: Desconocida.
Cronología: Entre 475 y 450 a.C.
Material: Cerámica.
Número de inventario: 2839
Se expone: En la sala 5 del Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Sabías que este tipo de piezas procedían de Atenas (Grecia), desde cuyo puerto eran comercializadas, empleando para su transporte barcos. Este tipo de vasos solían contener aceites esenciales y ungüentos para el perfume.
La decoración principal de esta pieza es un auriga elaborado con apenas unas líneas incisas. Ningún rasgo nos muestra la cara que, como la cabeza, es una simple mancha redondeada de barniz negro un tanto diluido. Va vestido con una túnica, denominada “himation”, portando una vara y subido sobre una cuadriga también esquematizada, sólo se aprecian tres cabezas de caballos y algunas de las patas. Tres personajes completan el grupo, de los que uno se sitúa delante de los caballos, quizás el maestro. La escena está pintada con trazo impreciso y detalles incisos.
Se desconoce dónde fue hallado el vaso, ni cómo llegó a Lorca, pero se propone que quizás proceda de la colonia griega de Ampurias (Gerona), o de algún asentamiento ibérico del Levante peninsular.
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